Para las estrellas de cine y las modelos hay ocasiones de sobra para sacar las armas cosméticas, los escotes de vértigo, los tacones, ponerse guapas y ser íntimas del Photoshop. Para el común de los mortales, las ocasiones quedan limitadas a bodas u ocasiones especiales, así que frente a los que consideran que arreglarse es una tarea agotadora, están quienes disfrutan de poder dejar volar la imaginación y sacar el máximo partido a tu palmito. El problema siempre llega cuando vemos la foto de una modelo, con labios perfectos, ojos perfetos, cutis perfecto, pelo perfecto y muchos más perfectos. Y ahí vamos a comprarlo todo, sin preocuparnos si la tarjeta de crédito empieza a chamuscarse, ¡nosotras queremos ser esa foto también!. Así que aquí van mis truquitos para un día perfecto.
1. Rimel siempre
Nunca, nunca, nunca debes olvidar la máscara de pestañas. Generalmente, siempre, siempre, ¡siempre! termina en el lugar inadecuado. Es una lata mirarse al espejo a las tres horas de salir de casa y parecer que tienes un ojo morado. Para evitarlo, tres claves. Uno, ¡manos fuera! Dos, retoques constantes. De vez en cuando, una miradita al espejo (en el aseo, por favor) permite evitar daños mayores. Y, finalmente, las palabras mágicas: máscara waterproof.
2. Gloss, por favor
Es lo último en este momento. Atrás quedaron los días en que el pintalabios iba a juego con el perfilador. Olvida los mates y juega con los brillos. Hay cantidad de colores, pero los suaves quedan mejor y agrandan los labios. El único problema es que el pelo se pega constantemente a la boca, pero quien dijo que verse bien fuera tarea fácil.
3. ¿Bronceada o disfrazada?
Tendemos a pensar que un bronceado es sinónimo de bienestar, si bien es cierto que un colorcito sienta de maravilla no hay que confundirlo con parecer una máscara africana. Existen infinidad de auto-bronceadores en crema, spray, espuma; todos son ideales pero no olvides que tienes un cuello y escote. Otro pecado que solemos cometer es abusar del colorete, empezamos un poquito en las mejillas y cuando nos damos cuenta parecemos Heidi en las montañas. Úsalo con moderación, recuerda que menos es siempre más.
4. Diviértete
Nunca olvides que la cara más bonita no es la mejor maquillada, sino la que siempre sonrie.